La mecánica cuántica y el arte de la traducción literaria no parecen tener mucho en común, pero hay una coincidencia fundamental: ambas se ejercen en el territorio de las posibilidades. Si un cálculo cuántico tiene que tener en cuenta dos (o más) respuestas distintas pero igualmente verdaderas, esto no es menos verdadero para una decisión de traducción. Pocas veces surge una frase que no ofrezca varias opciones igualmente acertadas en el idioma de destino, y hasta que esta decisión sea definitiva (o por lo menos la traducción haya sido entregada, impidiendo futuros cambios de criterio) todas siguen estando en juego. En el desafío que se le presentó al traductor Matías Battistón –el detonante para este maravilloso libro– el problema de las posibilidades explotó de manera exponencial.
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