Si como dice el cliché: somos lo que comemos, la respuesta está en nuestro pasado.
En estos días, Gloria Montoya, alumna de mis cursos, me regaló su libro Los hijos de la montaña , una “historia deliciosa para recrear, llena de personajes valientes, sobresalientes y aventureros que inmersos en la trama de la vida humana hacen florecer relatos de amores, negociaciones, guerras, visiones, traiciones y desengaños dignos de contar.” En síntesis, una divertidísima crónica íntima de Antioquia con la que al final se llega a entender ¿Por qué somos así?, pero ¿por qué comemos así?
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Ese libro magnífico me dio pie para esta nota, dedicada a los que, como yo, celebramos, como si fuera ayer, los 350 años de M

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