El mar frente a las costas de Europa guarda un secreto que inquieta a los científicos. Bajo su superficie, una corriente gigantesca, tan poderosa que mueve cien veces más agua que todos los ríos del planeta juntos, mantiene en marcha el delicado equilibrio térmico del hemisferio norte. Sin ella, Londres tendría el clima del norte canadiense, los inviernos escandinavos serían siberianos y las lluvias del Cantábrico se desplazarían hacia el desierto del Sáhara.

Se trata de la Corriente del Golfo, la arteria cálida de la Circulación Meridional de Retorno del Atlántico (AMOC), y su estado preocupa cada vez más a la comunidad científica. En los últimos años, titulares sobre un supuesto "colapso inminente" de esta cinta oceánica han dado lugar a artículos sobre la posibilidad de inviernos cada

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