La inseguridad personal no es un rasgo fijo: es un estado entrenado por años de autocrítica, comparación con los demás y miedo a la incertidumbre. En la carrera corporativa, se observa diariamente cuando la exigencia por llegar y escalar a niveles más altos, somete a los profesionales a una presión tal que produce el efecto contrario: en vez de empoderarlos, los vuelve desconfiados de su propias capacidades para asumir nuevos desafíos.

Si lo vemos en primera persona, a veces nos autoengañamos, porque hasta puede verse elegante —“soy exigente”— aunque la mayoría de las ocasiones encubre un profundo y recurrente autosabotaje: postergar conversaciones, subestimar logros, decir “sí” cuando querías decir “no”.

Mediante investigaciones de la conducta y el comportamiento humano, se sabe que l

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