La carrera por el dominio naval del futuro no se libra únicamente en la construcción de gigantescos portaaviones o destructores, sino en el desarrollo de tecnologías que cambiarán las reglas del juego. En este tablero, China mueve ficha con una ambición clara: lograr un salto cualitativo para su aviación naval. El objetivo final de Pekín es operar drones furtivos desde portaaviones , una capacidad ofensiva que hasta ahora parecía reservada a las potencias más avanzadas y que redefiniría el equilibrio de poder en los mares de Asia. Este esfuerzo se alinea con la creciente convicción entre los estrategas militares de que los , convirtiendo su dominio en una prioridad estratégica.
Para alcanzar esa meta, sin embargo, el camino es largo y requiere una experimentación exhaustiva. Antes de in

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