En 2019, cuando la impresión 3D todavía no era una tecnología al alcance de todos, Daniela Cruz Belmonte , estudiante de Ingeniería Biomédica, decidió que quería tener una impresora. No podía comprar una, así que se propuso construirla .

“Le avisé a mi papá dos semanas antes de que me llegaran las piezas que había comprado. Le dije: ‘Che, pa, me vas a tener que ayudar con algo que quiero hacer ’”, recordó en diálogo con TN .

Hugo , su padre, técnico electromecánico, aceptó sin dudarlo . “No le di muchas opciones”, confesó entre risas. Ese fue el punto de partida de un proyecto que, sin saberlo, los llevaría años después al corazón de uno de los laboratorios más innovadores de la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM) y al reconocimiento nacional en el Congreso de Bioing

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