Frederick Sutton tenía 62 años. En su carrera como empresario había amasado una fortuna, pero ahora en ese fatídico 1912 era momento de descansar y de recuperarse. Una recomendación médica lo había embarcado en un viaje de Estados Unidos a Gran Bretaña. Debía regresar desde Southampton en el Titanic. Él es uno de los muertos en el naufragio de ese barco. Lo sobrevivieron elementos personales que ahora, más de un siglo más tarde, salen a subasta.
Sutton había nacido en Inglaterra. Pero se estableció en Nueva Jersey, donde formó una familia y una exitosa carrera profesional. Ganó dinero con negocios inmobiliarios, presidió bancos y fue tesorero de otras compañías.
En marzo de 1912, el médico le aconsejó un largo viaje por mar , como tratamiento contra una enfermedad. Así lo revela la ca

Clarín