Abrimos el grifo y sale agua.
Encendemos la luz y la casa se ilumina.
Llamamos, nos desplazamos, consultamos una historia clínica, hacemos un pago.
Todo ocurre con una facilidad que confundimos con seguridad; creemos que está garantizado.
Pero esa seguridad cotidiana no es espontánea: se sostiene sobre una arquitectura compleja y delicada.
Una red de infraestructuras críticas —energía, agua, transporte, telecomunicaciones, sanidad, emergencias— que permite que la vida funcione con normalidad.
Cuando todo va bien, son invisibles.
Cuando fallan, descubrimos lo esenciales que son.
La defensa de estas infraestructuras no es un detalle técnico:
es una cuestión de estabilidad social, económica y humana.
⸻Un mundo interconectado es un mundo expuesto
Hoy todo está conectado: sistemas el

El Diario de Madrid

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