Las carrozas retumbaban al son de los argentinos que bailaban con bikinis de arcoiris, botas de cuero y alas de ángel bajo los florecientes jacarandás de Buenos Aires, mientras las faldas de lentejuelas de las drag queens centelleaban con la cálida luz de la primavera.

Para los argentinos no era más que la celebración anual de la Marcha del Orgullo de la ciudad. Pero para una pareja gay rusa que se unió a las festividades de este mes, eran escenas de otro planeta.

“Es la mayor libertad que he visto” , dijo uno de ellos, Marat Murzakhanov, de 23 años, quien es de la ciudad rusa de Ufa, cerca de los Montes Urales. “Queremos quedarnos aquí”.

No son los únicos.

Argentina se ha convertido en un refugio sorprendentemente importante, aunque geográficamente distante, para los rusos LGB

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