En un mundo donde muchas veces se nos enseña a callar para evitar conflictos, es fundamental recordar que el respeto no se negocia. Nadie tiene derecho a humillarte ni hacerte sentir menos. Callar ante la falta de respeto no es sinónimo de fortaleza ni madurez; es permitir que otros decidan cuánto vales. Y tú vales demasiado como para permitirlo.
El respeto empieza por uno mismo. “Cuando aprendes a poner límites, también enseñas a los demás cómo tratarte. No se trata de gritar ni de confrontar por impulso o malcriadez, sino de tener la seguridad para decir ‘esto no me gusta’ o ‘no me hables así’ sin culpa ni miedo”, explica el psicólogo Ítalo Arrúe.
Recuerda que la dignidad no se ruega, se defiende con firmeza y con la frente en alto. Aprender a hacerse respetar no es una mues

Trome

Associated Press US and World News Video
AlterNet
FOX News Videos