Bogotá, 11 nov (EFE).- El abrazo que Martha Lucía López guarda para su hijo lleva cuatro décadas esperando. No sabe si Sergio sigue vivo, pero cada día alimenta la esperanza de que el niño de cuatro años que perdió en la avalancha que sepultó a la localidad colombiana de Armero sea hoy, en algún rincón del mundo, un hombre con una vida feliz.
López no volvió a ser la misma desde noviembre de 1985, cuando la erupción del volcán Nevado del Ruiz borró del mapa ese próspero pueblo del departamento colombiano de Tolima. Murieron más de 23.000 de sus 25.000 habitantes y cientos de familias quedaron partidas en dos. Muchas aún buscan a los suyos.
“Sé que Sergio está en alguna parte”, asegura López a EFE, “solo le pido a Dios que esté bien y que me permita en algún momento volver a abrazarlo y d

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