A simple vista, parecen un adorno más. Pero detrás del suave tintineo de los cascabeles que cuelgan en balcones o patios se esconde una tradición que combina creencias antiguas y una función muy útil. Lo que muchos consideran un detalle estético tiene, en realidad, un propósito doble: proteger el hogar y mantenerlo libre de ciertas plagas.

Esta costumbre, extendida en distintas culturas de Asia y adoptada también en Occidente, se basa en la idea de que el sonido del metal tiene un poder purificador. En el Feng Shui, por ejemplo, el viento es una fuerza capaz de mover la energía del entorno. Por eso, los cascabeles y campanillas de bronce, hierro o cobre se colocan en balcones, terrazas o patios para permitir que el aire genere vibraciones que “limpian” el ambiente y bloquean las energías

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