Reconozco haber caído rendido ante la avalancha de titulares sobre el bolso de lujo de la hija de Yolanda Díaz. Y confieso que un cosquilleo de satisfacción y alivio ha recorrido de arriba a abajo o viceversa la silueta de la democracia española cuando la propia vicepresidenta prêt-à-porter ha

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