La noche del 13 de noviembre de 1985 quedó grabada en la memoria colectiva colombiana por la devastación de Armero, Tolima, pero al otro lado del Volcán Nevado del Ruiz se escribió otra historia de dolor que permaneció en las sombras durante cuatro décadas.

En el departamento de Caldas, una avalancha mortal del río Chinchiná sepultó a 5.000 personas en plena época de cosecha cafetera.

Apenas un mes antes, el 7 de octubre de 1985, los informes sobre el mapa de riesgo habían tranquilizado a los habitantes de varios municipios de Caldas, incluida Manizales. Los expertos consideraban que una eventual erupción no afectaría significativamente a las poblaciones cercanas. Sin embargo, dos variables escaparon de esa ecuación: la fuerza de la avalancha y la ubicación de tres urbanizaciones constru

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