No habría sido distinto con otro nombre en el banquillo, otra incorporación rutilante, otro toque de la fortuna. Lo de Millonarios no es un mal cálculo de un semestre sino una estrategia plagada de errores que suma años y que parece una decisión consciente y analizada: matar el modelo.
Lo de la derrota contra Envigado acabó siendo un manchón más sobre un mural al desatino. Era la envidia del fútbol doméstico esa planeada estrategia de ir por jugadores libres o a punto de finalizar contratos para ficharlos a costo cero, edificar sobre ellos un equipo confiable, explotarlos y hacerlos ídolos, con el consabido impacto emocional -traducido en abonos- que eso generaba en los hinchas. Así llegaron Álvaro Montero y Leonardo Castro , solo por mencionar dos ejemplos.
Y después parecía una geniali

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