El primer suspenso suele ser un momento difícil tanto para el niño o adolescente como para la familia. Para los padres, puede generar preocupación, enfado o miedo al «fracaso escolar»; para los hijos, puede suponer vergüenza, ansiedad y sensación de no estar a la altura. Sin embargo, cómo gestionamos ese momento es clave para su aprendizaje y autoestima.
Por qué es importante cómo reaccionamos
El suspenso no es solo una nota; es un mensaje que el niño interpreta sobre sí mismo: «soy tonto», «no valgo» o «he decepcionado a mis padres». Si reaccionamos con gritos, comparaciones o castigos, reforzamos esas creencias negativas y aumentamos la ansiedad. Si, en cambio, lo abordamos con calma, podemos transformar esa experiencia en una oportunidad para aprender estrategias y reforzar la confian

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