Hace unos días, Antauro Humala volvió a aparecer -esta vez entrevistado por Rosa María Palacios- y repitió por enésima vez su trajinado discurso: que, de llegar al poder, aplicaría la pena de muerte a todos los presidentes presos por corrupción, que no dudaría en ejecutar a su propio hermano Ollanta, que es xenófobo “a mucha honra”, que rechaza la inversión extranjera y un largo etcétera de extremismos con los que cree interpretar el sentimiento de los peruanos más desfavorecidos.

Más allá de la dudosa popularidad de su discurso, no pudimos evitar notar el asombroso parecido que el etnocacerista guarda con las posturas de algunos líderes de la ultraderecha local. Por ejemplo, nada lo distingue de la frivolidad con la que Rafael López Aliaga invoca al asesinato de sus enemigos políticos, c

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