La suspensión que la JNJ impuso a la fiscal Espinoza jamás tuvo pies ni cabeza. Haber intentado dividir sus fundamentos por fragmentos —para eludir la orden judicial que obliga a dejarla sin efecto— ha sido una de las cosas menos serias que he visto en este tiempo plagado de banalidades. La causa de la suspensión fue una sola: no obedecer la orden que la JNJ impartió en junio de este año para devolver la Fiscalía de la Nación a la fiscal Benavides. Esa orden, la de junio, cargaba miles de defectos. Pero uno destaca en la enciclopedia del absurdo: quien expide el título al o a la fiscal de la Nación es la Junta de Fiscales Supremos, no la Fiscalía de la Nación, y la orden emitida por la JNJ fue dirigida a la fiscal Espinoza, no a la Junta de Fiscales Supremos.
Dirección errada, entonces. T

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