Morgan Freeman , a los 88 años y con más de un centenar de películas, conserva un lugar central en la cultura cinematográfica mundial. Su sola presencia impone respeto; según relató en entrevista con The Guardian , no es extraño que, al aparecer en una sala, alguien exclame: “ Dios acaba de entrar ”.

Esta percepción, alimentada por sus papeles como el Todopoderoso o Nelson Mandela , consolidó una voz e imagen asociadas a la autoridad y la sabiduría en la pantalla.

Freeman observa este fenómeno con distancia: “Fue interesante el resultado de interpretar a Dios en el cine. El público lo compró. Entro en una habitación y dicen: ‘Dios acaba de entrar’. Digo algo y responden: ‘Oh, es la voz de Dios’. Eso duró mucho tiempo. Hay que tener cuidado con eso. No soy Dios, solo un actor con

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