Estrés, incertidumbre y largas esperas hasta que se asomó una pizca de esperanza. A las 10.24 horas de este miércoles, los agentes retiraron el cordón policial que custodiaba el acceso al número 1 de la calle María Guerrero, en Carabanchel. Después de unos segundos de contención, llegan los gritos de alegría. “¡Este desahucio lo hemos parado!”, gritaron desde la multitud que, a primera hora de la mañana, comenzó a amontonarse frente al edificio en el que iban a desalojar a seis familias inquilinas, la mitad del bloque, por un largo conflicto que empezó con la primera empresa promotora y continuó con su actual propietaria, la Sareb.

Media hora antes, representantes de la comisión judicial enviada para negociar con los arrendatarios accedieron a la vivienda con el beneplácito de la Policía Municipal, que a las siete de la madrugada ya había montado un dispositivo con una decena de efectivos y al menos cinco furgones a pie de calle.

El desahucio, programado inicialmente para las 9.00 horas, pendía de un hilo hasta el último momento: escasos días antes, el llamado “banco malo” remitió al Juzgado de Primera Instancia número 32 de Madrid un escrito solicitando “la suspensión del lanzamiento” en estas seis fincas. Es decir, frenar su desalojo. Hasta el último momento no fue posible confirmar que así sería dado que, con un lunes festivo de por medio y pocos días de margen, el Sindicato de Vivienda de Carabanchel (que representa a los inquilinos en las negociaciones con Sareb) no pudo asegurar con certeza que el desahucio se paralizaría.

Cordón policial ante el lugar del desahucio en Carabanchel

Es más, el dispositivo policial se desplegó igualmente a la espera de asegurar que los tribunales recibieron el aviso y no ejecutarían la orden de expulsión. “ ¡Sin vosotros no lo habríamos conseguido! ”, agradeció, emocionada, una de las vecinas afectadas frente al gentío que esa mañana se concentró frente a sus domicilios.