El monte Nemrut se eleva más de 2.000 metros sobre la provincia de Adıyaman, en Turquía, mientras sus laderas se desvanecen desde olivares a roca desnuda.

Desde la distancia, parece un pico cualquiera de la cordillera oriental del Tauro, hasta que las colosales cabezas aparecen a la vista.

Se asientan en una línea solemne cerca de la cima: grandes rostros de piedra, sus rasgos suavizados por siglos de terremotos, heladas y sol. Muy abajo, las cabras se abren paso entre la hierba seca mientras el viento sopla por el paisaje.

Es difícil saber qué es más sorprendente: encontrarse con estas cabezas gigantes cerca de la cima de una de las montañas más altas del sureste de Turquía, o el hecho de que alguien creyera que durarían para siempre.

Pero ese era el sueño del rey Antíoco: construir u

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