El descontento es el signo de nuestros tiempos.
Los políticos que pueden darle cauce se vuelven imbatibles más allá de sus prendas individuales, su congruencia e historia personal.
No tiene que ver con la calidad de una democracia, más bien con la capacidad de la sociedad para resolver en los mejores términos las causas del enojo.
La misma Inglaterra, una de las democracias más consolidadas fue rehén del populismo nacionalista que la llevó a salir de la Unión Europea.
Afortunadamente, uno de sus artífices, el ex primer ministro Boris Johnson, cayó en desgracia, pero el daño allí quedó.
Trump en EU y López Obrador son dos casos de políticos disruptivos que concitan respaldo popular a partir de la insatisfacción con el estado de cosas.
El peligro que representan estos movimientos polít

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