Cuántas veces hemos escuchado frases del tipo “si no usas sujetador ahora, te lamentarás después”, “la ley de la gravedad no perdona” o “no deberías quitártelo ni para dormir”, incluso alguna influencer se ha atrevido a dar consejos en esta línea. Pero, ¿qué dice la ciencia sobre este tema?

“El sujetador influye directamente en la postura, la respiración y la función muscular del tronco. Desde la fisioterapia consideramos que todo aquello que modifica el equilibrio corporal y la mecánica respiratoria debe analizarse”, comenta la fisioterapeuta especializada en salud de la mujer, Adriana Giovanetti . “También interviene en la distribución de cargas sobre los hombros y la columna: un buen ajuste ayuda a sostener el peso mamario; mientras que uno inadecuado puede aumentar la tendencia a una postura en flexión anterior (de espalda redondeada) o generar molestias musculoesqueléticas”, detalla.

Por eso, para la experta, hablar del uso del sujetador “es hablar de ergonomía, movilidad y salud respiratoria, no solo de estética o confort”.

En cuanto a si es o no positivo utilizarlo para dormir, Giovanetti es clara: “En general, no es recomendable dormir con sujetador, salvo en circunstancias específicas”. “Durante el sueño, el cuerpo necesita libertad para que el tórax se expanda y el diafragma se mueva de manera natural”, explica. 

“Un sujetador ajustado puede restringir la movilidad, limitando la ventilación costal y diafragmática”, defiende la experta. “Además, la presión constante durante muchas horas puede generar marcas cutáneas, irritación de la piel o compresión de vasos linfáticos, especialmente en la región axilar y mamaria”, añade.

Los casos en los que sí es recomendable dormir con sujetador

Más allá de la cuestión sobre la incomodidad, la fisioterapeuta apunta que puede ser “contraproducente para la circulación local”. Pero también reconoce casos excepcionales en los que puede ser beneficioso: “Por ejemplo, tras una cirugía mamaria o reconstructiva, donde se usa un sujetador específico para estabilizar tejidos y reducir edemas o durante la lactancia, para sostener el pecho y evitar molestias”. 

En estos casos excepcionales, la fisioterapeuta recomienda elegir bien el modelo de sujetador para que sea lo menos agresivo posible: “Siempre debe ser un modelo suave, sin aros y con tejidos transpirables”. Por supuesto, las necesidades son diferentes si se trata de una situación postquirúrgica o durante una lactancia, “en estos casos, el sujetador forma parte del tratamiento, no solo del vestuario”, afirma Giovanetti, que anima a consultar cada caso específico a un especialista. 

“Tras una cirugía, el modelo debe ser un sujetador específico postquirúrgico, sin aros ni costuras internas, con cierre frontal para facilitar su colocación y confeccionado con tejidos hipoalergénicos”, valora la experta. Sin embargo, apunta que durante la lactancia la prioridad es “evitar la compresión de los conductos galactóforos (que transportan leche desde los lóbulos mamarios al pezón), por lo que el sujetador debe adaptarse a los cambios de volumen, ofrecer una sujeción cómoda y disponer de aperturas sencillas”. 

Así, todos los demás consejos o falsos mitos están ligados a las presiones estéticas que recaen sobre el cuerpo de la mujer. “Hablar de estos temas desde la fisioterapia ayuda a normalizar la diversidad corporal, romper con estereotipos estéticos y promover la elección informada: un sujetador puede ser bonito y funcional a la vez, siempre que respete la libertad de movimiento, la respiración y la sensación corporal”, concluye la Giovanetti.