Cuando ves que el tiempo transcurre lento, pausado, con la cadencia de lo que está por pasar y que el tiempo es inexorable; siempre es demasiado pronto. La noticia te atenaza con la suavidad de lo que ha de acontecer y anhelas la esperanza de que cambie y que no sea... Pero a veces el destino, las circunstancias, el devenir del tiempo y la falta de nuevos bríos, de renovadas fuerzas y de oraciones con miradas a los cielos, que no llegan; te hace ser consciente de que algo tuyo se pierde, se va; desaparece un hermoso tiempo que llega a su fin y en este momento te quedas solo, medio desvalido; con la sensación de orfandad, de despedida, de un adiós y de un epílogo que se escribe entre el dolor y la dulce sensación melancólica de lo vivido durante siglos, años, días y dulces instantes.
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