Cuando figuras de alcance mundial como Taylor Swift o Rihanna dan el espaldarazo definitivo a una tendencia, su consolidación es solo cuestión de tiempo. Eso es precisamente lo que ha ocurrido con el polo de rugby a rayas, una prenda de aire universitario que ha abandonado los campos de juego para convertirse en la pieza estrella de este otoño. El empuje de las celebridades, junto a nombres como el del actor Joe Alwyn, ha sido la mecha que ha encendido su popularidad masiva, catapultándolo a los armarios de medio mundo.
De hecho, este fenómeno no es una casualidad aislada, sino la punta de lanza de una corriente estética más amplia, bautizada como «rugbycore», que ha cobrado un impulso notable a lo largo de 2024. Los analistas de moda señalan dos catalizadores clave para este resurgim

La Razón

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