Si algo caracteriza a Carmen Lomana es su habilidad para transformar lo ordinario en extraordinario. Su vivienda, situada entre los barrios de Salamanca y Chamberí, es la prueba más evidente de ello. “Es una casa muy señorial que hizo el General Narváez. Cuando la compramos en 1988 era vieja y horrible por dentro, pero tenía metros y estaba en un sitio perfecto”, contaba ella misma en el programa Hoy me quedo en casa . Y lo cierto es que, tras una reforma integral junto a su difunto marido, Guillermo Capdevila , aquella vivienda decadente se convirtió en una de las casas más refinadas de la alta sociedad madrileña.

De la estructura original apenas quedan los techos altos y las molduras palaciegas, testigos de otro siglo. Todo lo demás fue reinventado para dar luz, armonía y teat

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