UNA NOTICIA MALA, con posibilidades de muy relativa y breve atenuación: el ex gobernador peñista de Veracruz Javier Duarte de Ochoa podría quedar en libertad en los próximos días, en caso de que una juez, Ángela Zamorano, acepte que ha cumplido con la mayor parte de su sentencia y ha observado buena conducta. Lo peor es que, aun cuando ahora se le negara la preliberación, debería estar fuera de prisión en abril del año venidero.

DUARTE DE OCHOA fue un pésimo gobernante, no sólo por el constante incumplimiento de las obligaciones básicas de su encargo sino, de manera marcada, por la corrupción generalizada de su administración, concordante con la putrefacción de la banda delictiva encabezada por el entonces ocupante de Los Pinos, Enrique Peña Nieto, por la represión a críticos y movimiento

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