El fin de semana reciente, Doña Andrea Gutiérrez Rangel, viuda de 86 años, madre de dos hijos, abuela, bisabuela y muy cerca de ser tatarabuela, originaria de Nuevo Morelos, Tamaulipas, emprendió el viaje a la eternidad rodeada de los suyos. Al velatorio de la calzada Tamatán acudieron decenas de familiares, amigos y conocidos de ella y de sus hijos y nietas; ahí la despedimos antes de ser cremada y me impresionó la cantidad de flores que le adornaron en su última presencia física en este mundo. Los arreglos florales se convirtieron en ramos que se distribuyeron en la parroquia de San Isidro Labrador y en la capilla de San Marcos Evangelista.

Mi madre murió discretamente el viernes pasaba de las nueve de la noche; acabamos de cenar y mi esposa entró a la habitación donde mi madre dormía y

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