Diferentes estudios, como los publicados en Urban Forestry & Urban Greening muestran que los sonidos naturales activan regiones del cerebro vinculadas con la atención, la creatividad y la memoria. El murmullo de un arroyo o la lluvia sobre el techo disminuye la tensión, regula la frecuencia cardíaca y mejora la respiración, generando un efecto calmante inmediato.
La monotonía de los sonidos naturales crea una especie de “ruido blanco” que enmascara o dificulta la percepción de sonidos externos y ayuda a que el cerebro se concentre en una actividad a la vez. Logra generar un estado de tranquilidad gracias a la tendencia cerebral a relacionar estos sonidos con un ambiente seguro y sin necesidad de estar en alerta.
Beneficios comprobados
La ansiedad y el estrés son cada vez más comunes, es

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