Fallido sí, desfallecido también. La apostilla hecha hace unos días por parte de un ciudadano a otro en una atestada cola del pan en el reparto Alamar, todo en medio de una conversación extrañamente amena, por la pasión del asunto, en la que se hablaba del Estado cubano. Sin flores.

¿El tema recurrente? El manido concepto de Estado fallido. Este nace en la usina académica de dos estudiosos de nombres Gerald B. Helman y Steven R. Ratner; los primeros que lo utilizaron en la edición de invierno de la revista Foreign Policy , del curso 1992-1993 bajo el título Saving Failed States (Salvando a los Estados fallidos).

A estos autores les llamaba la atención, mirando países como Haití, Liberia y la antigua Yugoslavia, la incapacidad de ciertos regímenes para garantizar lo que está en el ori

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