Por JACK DENTON

ZANZÍBAR, Tanzania (AP) — Cuando llegaba la oscuridad, también lo hacía el humo.

Hamna Silima Nyange, como la mitad de los dos millones de habitantes del archipiélago semiautónomo de Zanzíbar, en Tanzania, no tenía una casa conectada a la red eléctrica. Después del atardecer, recurría a lámparas de aceite que desprendían humo y proporcionaban la única luz disponible para que sus ocho hijos pudieran estudiar.

“La luz era demasiado débil”, dijo Nyange. “Y el humo de la lámpara me lastimaba los ojos”.

Entonces, un día, una vecina, Tatu Omary Hamad, instaló paneles solares y bombillas que iluminaron su hogar con la ayuda de la intensa luz solar que baña la costa del océano Índico.

“Hoy tenemos suficiente luz”, señaló Nyange.

Formar a mujeres como técnicas solares

Hamad e

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