La enorme variabilidad de formas y tamaños de los perros domésticos no es fruto exclusivo de la selección realizada por los criadores en los últimos dos siglos, sino que comenzó al inicio de su domesticación. Es la novedosa conclusión de un estudio publicado este jueves en la revista Science y liderado por la investigadora francesa Allowen Evin

Para rastrear cómo se desarrollaron y diversificaron las formas físicas de los perros domésticos a lo largo del tiempo, Evin y su equipo examinaron 643 cráneos de un periodo que abarca 50.000 años y los sometieron a avanzados análisis morfométricos 3D. Esto les permitió medir diferencias sutiles en la forma y el tamaño de sus cráneos, así como comparar estas características con perros antiguos y modernos y sus parientes salvajes. Hasta ahora estos detalles eran inaccesibles por la escasez de especímenes del Pleistoceno, el estado fragmentario de los restos disponibles y la dificultad de distinguir a los primeros perros de los lobos basándose únicamente en la morfología esquelética.

Una variabilidad sorprendente

Los hallazgos muestran que los rasgos craneales distintivos propios de los perros aparecieron por primera vez durante el Holoceno temprano, como lo demuestran restos de 10.800 años de antigüedad recuperados en Rusia, cuando aún se parecían mucho a los de los lobos. Estos perros del Mesolítico y el Neolítico poseían cráneos de tamaño similar al de los perros modernos, pero generalmente eran más pequeños y menos variados. 

Visualización estática de las diferencias en la forma del cráneo entre los perros modernos (rosa) y los lobos modernos (verde), mostrada en relación con una morfología promedio.

Sin embargo, según revelan los investigadores, su diversidad era sorprendente: los primeros perros domesticados presentaban aproximadamente la mitad del rango morfológico observado en los perros modernos y el doble que el de sus ancestros lobos del Pleistoceno, lo que sugiere que ya existía una notable variación en la forma canina milenios antes de las prácticas de cría modernas. En ese momento histórico, sostienen los autores del estudio, los perros fueron moldeados por la influencia humana temprana, los cambios ambientales y las fuentes de alimento cambiantes. 

Algunos ejemplares del Holoceno inicial presentan hocicos más cortos, mandíbulas más gráciles o cráneos más anchos y compactos, mientras otros conservan rasgos próximos a los de los lobos

Maria Saña Segui Investigadora de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) y coautora del estudio

“En ese momento, los perros ya presentan una variabilidad craneal sorprendentemente amplia, que abarca aproximadamente la mitad del rango morfológico observado en los perros actuales”, explica María Saña Segui , investigadora de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) y coautora del estudio, a elDiario.es . “Esto indica que la diversidad de formas surgió muy pronto, incluso antes de que los humanos ejercieran un control sistemático sobre la cría o la selección”.

Ejemplo de un modelo 3D de un cráneo de lobo moderno utilizado en los análisis.

Esta diversidad inicial se traduce en diferencias visibles en tamaño y proporciones del cráneo, detalla la especialista. “Algunos ejemplares del Holoceno inicial presentan hocicos más cortos, mandíbulas más gráciles o cráneos más anchos y compactos, mientras otros conservan rasgos próximos a los de los lobos”, asegura. “Estos animales reflejan una gama morfológica intermedia, que sugiere procesos de domesticación en curso y distintos grados de convivencia con los humanos”.

Un cambio de narrativa

Hasta ahora se creía que la extraordinaria diversidad física de los perros era el resultado directo de la cría intensa que tuvo lugar en los últimos siglos, pero estos nuevos datos indican que los perros ya eran muy variados al inicio del proceso. “La narrativa predominante es que los perros primitivos no eran tan diversos como los modernos y que la diversidad de estos últimos se debe a los programas intensivos de cría de la época victoriana (mediados y finales del siglo XIX), que llevaron a la selección de rasgos como ojos grandes y redondos, hocicos cortos y orejas caídas”, escribe la antropóloga Melanie Fillios en un artículo de opinión relacionado . “¿Pudieron el clima, la geografía o la disponibilidad de recursos haber contribuido más que la actividad humana a la diversificación de los primeros cánidos domesticados?”, se pregunta.

¿Pudieron el clima, la geografía o la disponibilidad de recursos haber contribuido más que la actividad humana a la diversificación de los primeros cánidos domesticados?

Melanie Fillios Antropóloga y arqueóloga de la Universidad de New England, Armidale, NSW, Australia

Dean C. Adams , investigador y experto en biología evolutiva de Universidad Estatal de Iowa, cree que este trabajo amplía lo que ya sabemos sobre la evolución y domesticación del perro. “Según estos nuevos datos, hubo una reducción de tamaño durante esta domesticación temprana, pero luego una expansión muy rápida de la diversidad, en las formas y tamaños”, explica a elDiario.es . “No sabemos cómo ocurrió, pero claramente las interacciones con los humanos facilitaron estos cambios de una manera que hizo que esa relación fuera más mutualista, por así decirlo”. 

En opinión del experto, el trabajo invita a pensar que cuando vemos la diferencia actual entre los chihuahuas y los mastines, no fue al cien por cien obra de nuestra selección artificial. Solemos pensar que los humanos somos los únicos que lo han hecho, pero claramente no es así, advierte Adams, y la diversidad canina es fruto de la maravillosa combinación del poder de la naturaleza y la influencia humana. “Creo que esto demuestra el poder de la naturaleza”, asegura. “Así que cuando veas a tu chihuahua, piensa en las maravillas de la naturaleza y en la obra del hombre”.  

“Los resultados confirman que la domesticación del perro fue un proceso temprano, prolongado y geográficamente diverso, que no puede atribuirse a un único lugar ni a una sola población humana”, resume Saña Segui. “La gran variabilidad inicial indica una fase de coadaptación entre humanos y cánidos, en la que distintas comunidades humanas favorecieron de forma desigual ciertos comportamientos y morfologías. Esto sugiere que la domesticación del perro fue más plural de lo que se pensaba, y que su diversidad anatómica apareció mucho antes que cualquier control humano sistemático”.

Compañeros de migraciones

Este mismo jueves otro trabajo publicado en la revista Science concluye, a partir de muestras de ADN antiguo, que los perros se unieron a las migraciones y el comercio humanos en Eurasia hace alrededor de 10.000 años, en el Holoceno. El estudio revela el papel fundamental que desempeñaron estos animales en la cultura y el intercambio comercial.

Para explorar cómo perros y humanos se desplazaron juntos, el equipo de Shao-Jie Zhang secuenció 17 genomas de perros antiguos, datados entre 9.700 y 870 años atrás, procedentes de yacimientos en Siberia, la estepa euroasiática central y el noroeste de China, regiones que experimentaron importantes cambios en la ascendencia y la cultura humanas durante el Holoceno. Estos nuevos genomas se analizaron junto con 57 genomas de perros antiguos publicados previamente, 160 genomas de perros modernos y 18 genomas humanos antiguos, lo que permitió a los autores explorar cómo los antiguos linajes de perros se cruzaron con las migraciones humanas y los intercambios culturales. 

Los hallazgos muestran que el movimiento de perros domésticos a través de la estepa euroasiática, Asia oriental y Siberia oriental a menudo coincidió con las migraciones de cazadores-recolectores, agricultores y pastores, lo que sugiere que los perros viajaban muy comúnmente junto a los humanos y se integraban en diversas sociedades.