Desigual ha concluido su proceso de transformación iniciado en 2019 con un balance con luces y sombras. Por una parte, la marca de moda parece haber recuperado la senda del crecimiento y la rentabilidad. Pero, para conseguirlo, se ha dejado prendas por el camino, cerrando aquellos locales que no le daban la rentabilidad que esperaba.
La textil ha cerrado tiendas pero, al mismo tiempo, ha remodelado otras, lo que le ha permitido adaptarse a su renovada imagen corporativa. Una remodelación que la ha vuelto, de paso, atractiva para jóvenes de 30 a 40 años.
A pesar de los beneficios, la facturación e ingresos por ventas de Desigual se sitúan en la actualidad en los 332 millones, una cifra que representa un tercio de los que registraba diez años atrás. Y un 6% menos que el ejercicio pasado

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