Vertebral Mariona Gumpert

El votante joven no es radical. Sólo está exhausto

La lucha de los colectivos «oprimidos», el clima cambiático o la «causa palestina» son dedos incapaces de ocultar ciertos soles que abrasan con rigor: el de pisos compartidos con extraños a precios exorbitantes, el de sueldos de supervivencia que flaquean ante el carrito del supermercado

¿Qué haría el ser humano si no pudiera habitar en los adjetivos? ¡Asombroso! Inconcebible. Abominable. Grotesco. ¡Sublime! Patético. Repulsivo. Ridículo. ¡Brillante! Absurdo. Desolador. Adornar los conceptos nos resulta tan ineludible como respirar. Incluso usamos sustantivos que son, en realidad, adjetivos disfrazados: madridista, taurino, progre, facha, feminista, machista, rojo, culé.

Los prejuicios no son malos: sin ello

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