Lo que deja la amargura, la zozobra de enfrentar el diario latido de la muerte, es el dolor impregnado que se ablanda cuando unas palabras alumbran el horizonte oscuro en el que se vive.

Gerbacio lo pensó así en esa mañana del pasado 4 de noviembre, en que recibió un mensaje en su teléfono: “Buenos días Gerbacio, al parecer la embajada de México en Washington es quien solicitará directamente a USCIS (Migración) que nos apoyen con acelerar la petición de Jacobo“.

Gerbacio es un joven potosino quien desde hace más de nueve meses cuida día y noche a su hermano menor Jacobo, el trabajador migrante que vive desde el 23 de diciembre de 2024 sorteando la hora de trasponer el secreto sagrado final de los días.

Por momentos, la historia de Jacobo Hernández Rubio parece escrita por una azarosa, c

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