La filtración de que el líder laborista estaba dispuesto a luchar contra sus rivales internos ahonda su debilidad tan solo 16 meses después de ganar las elecciones
Lo último que necesita un líder político hundido en la impopularidad, a punto de romper su mayor promesa electoral y sin apoyo interno, es debilitar todavía más su ya vulnerable posición y reforzar la de quien está considerado como potencial sucesor. Esto es exactamente lo que ha conseguido la guardia pretoriana del primer ministro británico, el laborista Keir Starmer , con una desmañada maniobra que pretendía sofocar un supuesto asalto a su autoridad y que solo ha conseguido menoscabarla. El autosabotaje ha desgastado aún más el maltrecho liderazgo de Starmer, con una aprobación en mínimos históricos. Como guinda del pastel,

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