La visita semiclandestina y nocturna de Leo Messi al nuevo Camp Nou confirma el talento del argentino para, tras sortear todos los marcajes, marcar golazos inolvidables. Luego el periodismo y las versiones oficiales deben encontrar el modo de reconstruir la cronología de una escena que ya es historia. Messi controló la visita y estableció los criterios de eso que denominamos relato . En la práctica, la operación –más espontánea de lo que nos empeñamos en creer– ha servido para tenernos distraídos con todo tipo de interpretaciones y especulaciones. También ha diluido la última imagen que teníamos del jugador en su casa: llorando desconsoladamente pocas horas después de que la junta de Joan Laporta lo despidiera. Conviene tener en cuenta una máxima implícita del periodismo: cuando interpre

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