Nos llegaron cantos de sirena de que “Die My Love” trataba sobre la pesadilla de la depresión posparto, o la maternidad entendida como descenso a los infiernos de la condición femenina, pero no eran más que rumores infundados: Lynne Ramsay ya hizo esa película, y muy bien, con “Tenemos que hablar de Kevin”. En esa escalofriante tragedia, que haría un fantástico programa doble con la magnífica “Salve María” de Mar Coll, la cineasta británica cuestionaba nuestros prejuicios ante las madres irresponsables al enfrentar a su protagonista (una inspiradísima Tilda Swinton) con el dilema moral de servir y proteger a una filiación satánica.
Aquí y ahora, la maternidad de Grace (Jennifer Lawrence) nunca parece un problema real, acaso el catalizador de una subjetividad disidente que ha emergido en

LA RAZÓN Cultura

The Daily Beast
Raw Story
Associated Press US News