“¿Are you OK mami?”, pregunta Rafael Veraza a su hija, después de que ambos fueron rociados con gas lacrimógeno y se sumaron a la extensa lista de inmigrantes o ciudadanos de origen latino víctimas de agentes de inmigración (ICE) o la Patrulla Fronteriza (CBP).
El 8 de noviembre, en el estacionamiento de un Sam’s Club, en Cicero, Illinois, Veraza, su esposa y su hija fueron rociados con la sustancia química que alcanzó el rostro de la bebita, Arianna, de un año. La niña estaba sentada en su silla, en el asiento trasero.
En aquella ocasión, ocho ciudadanos estadounidenses entre nueve personas fueron arrestados en La Villita. Supuestamente, los agentes habían sido atacados por disparos.
“Los traumas vividos por niños y adultos detenidos de forma violenta por agentes de ICE constituyen una

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