Miami.— La Casa Blanca se ha convertido en un campo de batalla arquitectónico y político. La demolición del Ala Este para levantar un salón de baile monumental y el anuncio de un “Arco de la Independencia” —apodado ya como el “Arco de Trump”— marcan un giro en la relación entre el poder presidencial, el patrimonio histórico y el financiamiento privado estadounidenses. Ambos proyectos, financiados con donaciones de corporaciones y magnates, de acuerdo con Trump , han desatado un debate sobre la transparencia , la legalidad y el legado para la ciudadanía en la Unión Americana.
En octubre comenzaron los trabajos para echar abajo el ala Este de la Casa Blanca para la construcción del salón de baile. La obra, de unos 8 mil metros cuadrados, tendrá un costo estimado de entre 200

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