El reciente apuñalamiento múltiple en un tren en el norte de Londres ha abierto un debate sobre la proliferación de armas blancas en el Reino Unido. El año pasado la policía británica incautó más de 60.000 cuchillos y navajas, y en el último año se registraron casi 50.000 delitos con este tipo de medios. Sin embargo, no hay noticias por ahora de sujetos que hayan irrumpido de forma violenta en una oficina de la City o en un autobús de dos plantas o en una taberna portuaria armados con una navaja de Ockham, prometiendo afeitar con un tajo de simplificación a todos los presentes. Esta navaja, tan empirista y a la vez tan presente en las mochilas mentales del Reino Unido, no se usa para provocar un daño manifiesto. Al revés, corta menos que los afilados folios de la burocracia. Y está ahora

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