Desnudar a la familia de uno mismo, desnudarse, es quizá el ejercicio más abrupto que puede realizar un escritor, pero hay veces, casi por accidente, que la realidad nos devuelve nuestro propio reflejo y no podemos quedar impasibles ante ello. Eso fue lo que le ocurrió al fotoperiodista Guillermo Carazo cuando en plena pandemia del Covid se dio cuenta de que una antigua fotografía analógica que tomó hacía años a su abuela, Facunda, a la que ya por entonces el alzhéimer descolocaba las piezas del puzle de su memoria, se estaba velando.
Una metáfora perfecta (y a la vez maldita) de cómo los recuerdos se desvanecían en su memoria, precisamente en un momento, el del confinamiento, que eran más importantes que nunca. De alguna forma vivimos en parte en el recuerdo que los otros tienen de n

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