¿A dónde se recurre cuando una terrible injusticia, de larga data, no tiene respuestas? Es lo que resuena en la mente de Celeste Di Marco, mamá de un menor que sufrió un accidente que le provocó secuelas severas. Todo ocurrió hace seis años en el colegio San Agustín, de la capital. Tuvieron que intervenirlo de urgencia; le hicieron trece puntos en el paladar y tres en el labio superior. Nadie le supo decir si fue una caída o si lo golpearon. Lo cierto es que hay fuertes sospechas, porque no hay lógica para que una simple caída provoque semejante daño. La mujer aseguró que la institución no solo se "desentendió" del caso, sino que advirtió por "artilugios" legales que dilataron al máximo el caso.

Un relato desgarrador

Di Marco recordó con dolor que cuando la llamaron de la escuela para in

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