DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

No acabarán jamás las desazones conyugales de don Cornalino. El otro día llegó a su casa en hora inusitada, y al entrar en la alcoba vio a su esposa en pelotier, o sea sin ropa. Sobre una silla al lado de la cama había un atuendo masculino: Bóxer, camiseta, camisa, pantalones, tirantes, saco, a más de zapatos de varón. Amoscado el señor le preguntó a su esposa: “¿Y esa ropa?”. Contestó ella: “Es mía. Se ha puesto de moda que las mujeres vistamos ropa de hombre, por aquello de la igualdad de género”. El mitrado marido aceptó la explicación. Se disculpó con la señora por haber dudado de ella, y fue hacia el clóset a fin de colgar su saco. Al abrir la puerta se topó de manos a boca con un tipo igualmente nudo, corito, o sea en cueros. Le preguntó, furioso: “¿Qué ha

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