En contra de lo que muchos puedan pensar, la realidad es que Sánchez nunca ha tenido ningún interés por el regreso del expresidente catalán. Hace unos años decía que no podría dormir si Pablo Iglesias se sentaba en el consejo de ministros. Era un exceso retórico, porque duerme muy feliz en La Moncloa. Lo que quería trasladar era la profunda antipatía que sentía por él y que no podía soportar un gobierno en coalición. Ahora se siente más cómodo con Yolanda Díaz, cuyo único objetivo es seguir siendo vicepresidenta, y Sumar, cuyo papel es similar a los partidos satélite que tiene Xi Jinping en el gobierno chino. No hay duda de que la desaparición política de Iglesias fue uno de los momentos más felices de su vida. Con respecto a Puigdemont, no hay que olvidar que Sánchez es un socialista cent

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