En un ambiente internacional turbulento y conflictivo, defender el derecho internacional vigente constituye una obligación para las naciones pacíficas.

A pesar de la mirada a veces escéptica de los “hiperrealistas” el derecho internacional ha acompañado durante los últimos siglos la vida de las naciones y ha asegurado en numerosas ocasiones la convivencia pacífica entre estas.

Se trata de un derecho que, a diferencia del derecho interno, carece de los medios materiales para imponer su cumplimiento y depende de la voluntad de cada Estado de acatar sus normas, al no existir una autoridad superior que dirima las controversias y sancione en su caso al infractor.

Los Estados, en especial los más débiles, asumieron históricamente que respetar las normas internacionales era generalmente en su

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