En los Juegos Olímpicos de 1904, celebrados en St. Louis, ocurrió la maratón más caótica, tóxica y ridículamente peligrosa de la historia del deporte. Si alguien propusiera este guion hoy, los productores dirían que es demasiado exagerado. Pero pasó. Y su protagonista más recordado fue Fred Lorz , un corredor que terminó cruzando la meta en primer lugar… después de haber hecho parte del recorrido en carro .

Para entender cómo se llegó a semejante nivel de absurdo hay que mirar el contexto. La maratón de 1904 se corrió en un calor brutal, con 32 °C, polvo por todas partes y solo dos puestos de hidratación en todo el recorrido. Sí, dos. Porque el organizador, James Sullivan, quería “experimentar con los límites del cuerpo humano” restringiendo el agua. Básicamente un laboratorio de su

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