Menos mal que Dani Martín (Madrid, 1977) ha fulminado al moñas que fue cuando dejó El Canto del Loco . Aquella careta pseudopija sin mayor aliciente que despertar suspiritos, por fin, aleluya, yace en los recuerdos. Es cierto que fue una época de gran éxito, pero sin chispa alguna. Le faltaba el puntito canalla que, hoy, en su vuelta a los escenarios, ha recuperado pletórico. En el primero de los 10 Movistar Arena que ha abarrotado hasta diciembre, ojo, el viejo Dani ha tomado la pista: descarado, malote y afilado, ha resucitado a quien le encumbró en los 2000. Ese jovenzuelo que, guitarra eléctrica en mano, siempre en efervescencia, agitó España hasta la extenuación. Anoche, lo volvió a hacer. Y, durante dos horas, agotadísimo, el público se quitó 25 primaveras de encima.
Estuvo

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