Un presidente oficialista latinoamericano acusado de narcotráfico y manipulación electoral desafía abiertamente a la Casa Blanca a pesar de las amenazas de intervención militar.
Era 1989 y el entonces dictador militar de Panamá, Manuel Noriega, al igual que Nicolás Maduro de Venezuela hoy, se había convertido en el enemigo público número uno en Washington, en medio de acusaciones de que aceptó millones de dólares para permitir que los cárteles de drogas operaran en su país.
La invasión estadounidense de Panamá llevó a la captura de Noriega y restauró la democracia en la nación centroamericana.
Para algunos que abogan por la acción militar contra Maduro, la invasión de Panamá parece un modelo —aunque imperfecto— de lo que Estados Unidos intenta lograr en Venezuela.
“Bush 41 derrocó al l

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