Escribo esto empapado después del chaparrón que ha caído hoy sobre la ciudad en la que vivo. Ayer llovió. Mañana lloverá. Pasado también. Eso dicen los pronósticos, y sé que hay mucha gente deprimida porque odia la lluvia y se siente con ganas de invernar en una madriguera cada vez que empieza a llover. Es comprensible. Todo el mundo sabe que los países lluviosos –pregunten en Escocia o en Irlanda– son más propensos a la melancolía y a las historias de fantasmas (por no hablar de la irresistible tentación del alcohol). Bueno, sí, de acuerdo, pero los que vivimos en el sur deberíamos tener una relación más amistosa con la lluvia. No hay imagen más hermosa del Guadalquivir que un puente romano bajo una lluvia apacible de otoño, o envuelto en una espesa neblina norteña. Y cualquiera que se ha

See Full Page